La atmósfera que cubría el bosque era bastante húmeda. Un paso… otro… crack, crack, crash, crash… y el canto del viento a través de las hojas. Detengo los pasos: silencio. El sonido de pájaros cantando se precipita hacia mis oídos desde las ramas más altas, las cuales filtran de forma juguetona algunos rayos de sol. Pero, de repente, hay un nuevo instrumento en la sinfonía de la naturaleza…
…pasitos acelerados…
…y un suave chapoteo…
…una mirada atenta…
…y cada vez más cerca…
…y trotando alegremente…
…mueve la colita…
…y se detiene a mis pies.
La pequeña criatura me mira con cara de inocencia – algo malo habrá hecho –. No puedo sino sonreír y acariciarla. El pelo mojado se entrelaza entre mis dedos y el animal cierra los ojos, volviendo a mover la colita en cuanto levanta las patas traseras para enderezarse y subirse a mi rodilla. Me agacho para que esté más cómoda.
-Eres un trasto, ¿lo sabes?-
Como respuesta ladra alegremente y se sube a mi regazo. Levanta la vista y la vuelve a esconder. La llamo por su nombre y vuelve a levantarla, pero ésta vez con más intensidad: está contenta. La abrazo hasta espachurrarla con los brazos e intenta escaparse, pero no la dejo. Me acerco a su orejita y suavemente le susurro “te quiero”. Se tranquiliza. Me muerde la mano con suavidad.
-Vámonos anda…- me la quito de encima para salir corriendo internándome en la espesura. El viento en la cara… el canto de los pájaros… el sonido de los árboles… la alegría de mi amiga… y antes de desaparecer entre los pinos oigo unos pasitos aligerados siguiéndome…
¿Porqué es tan perfecto todo ahora?
PS: Te quie’o. Te debo una y dos y tres… pero ya no me ganas más combates Pokémon…
D.
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