lunes, 21 de febrero de 2011

Enardo...


Al principio parecía que no nos movíamos. Éramos como dos estatuas de rostro inmutable que se contemplan la una a la otra en la vieja Roma. Eso, desde cierta perspectiva, era bueno. Era eterno. O al menos era duradero... muy duradero. Por otra parte, no veíamos más que el rostro del otro y apenas lo que tenía detrás. Nos valía con tenernos uno enfrente de otro.

Luego te das cuenta de que el tiempo pasa, incluso para las estatuas. Y también de que hay más mundo al margen de tu pétreo compañero. Y te comienza a apetecer ser dinámico. Hasta que te das cuenta de que, mirando hacia atrás, te has movido.

Más.

Menos...

¿Qué más da? Te has movido.

El tiempo no pone a nadie en su lugar, eso es filosofía barata. El tiempo no existe. Tan solo están las acciones y las consecuencias. Y las ganas de aceptarlas, o no. Vivimos, y tampoco sabemos ni porqué estamos aquí. No existe una ley universal que regule el comportamiento humano y juzgue nuestras acciones, ofreciendo mérito y castigo. Lo único que realmente tenemos es la capacidad de elegir. Y, haciendo propia esta idea, no solo controlas el momento de la elección, sino también las consecuencias. Y las transformas a tu antojo. Y aquí empieza y termina la vida humana.


Fontana di Trevi, Roma
19 de Febrero de 2011



martes, 15 de febrero de 2011

Gracias

Si te dijera que la canción comenzó a sonar sin querer te estaría mintiendo. Sería más correcto decir que la puse para “accidentalmente” acordarme de ti. Pero estaría, también, mintiendo.

En cualquier caso no pude evitar mirar la foto pinchada con cuatro chinchetas, y, con cuidado, la saqué de su soporte flotante improvisado y leí aquello que estaba escrito por detrás. “Gracias”. Otra vez. Con el coraje que me da que me des las gracias.

¿Cómo me vas a dar las gracias siendo tú el que me sacaste una sonrisa sabiendo que perdí mi motivo para sonreír? ¿Cómo, aún viendo que mi corazón había perdido su interés por latir, me das las gracias, tú, que lo has estado cuidando como si fuera el tuyo propio llegando a olvidarte de ti? ¿Cómo me vas a dar las gracias, tú, habiéndote visto sometido a cientos de instantes de indecisión en los que no sabías si eran tus labios los que yo realmente quería besar y aún así besaste?

Las gracias te las tengo que dar a ti, que nunca pensaste en lo que tú querías y que aún sabiendo que podría hacerle daño a tu corazoncito no me dejaste solo cuando te dije cómo me sentía. No me des las gracias por algo que, hasta ahora, ha sido más mérito tuyo que mío. No me des las gracias por dejarte besarme pues soy yo quien debería dártelas a ti por tan solo darme la mano, y confiar en mi sin tener evidencia de que no te vaya a fallar.

En serio: gracias. Gracias por tus ojitos, por tus sonrisas, por tus caras de pena, por tus llamadas, por tus caricias, por tus abrazos, por abrirme tu corazón viendo más allá de la apariencia y entendiendo que tan solo soy un niño, aunque caprichoso, inseguro y asustado.

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jueves, 10 de febrero de 2011

Confluence

Al igual que los ríos confluyen antes de llegar al mar y dibujan una silueta única e irrepetible, el espíritu va trazando su pincelada en los lienzos del destino antes de confundirse con el infinito, y durante la creación natural de ese camino encuentra otros muchos espíritus. Algunos desvían su trayectoria, la complementan o la obstruyen, como hacen las rocas, los peces e incluso otros ríos. Está en la mano que traza la línea el sortear los obstáculos, como está en el sino del río encontrar la forma de llegar al mar sin estancarse.  No es más bonita un trazado que otro, al igual que dos ríos nunca serán iguales entre sí. Tampoco todos los trazados se funden con el infinito, ni todos los ríos llegan al mar.

Aún así, quería hablarte de la confluencia entre los ríos… ese momento azaroso en que dos corrientes se convierten en una que vale por dos, dos colores sobre el lienzo del destino que juegan a bailar, embelleciendo, en algunas ocasiones, el dibujo a trazar. Pero ni todas las aguas están limpias, ni todos los colores dibujan un buen destino.

No podemos evitar seguir la corriente ni pintar sobre nuestro destino, pero el don de no saber si llegaremos al mar es lo que nos hace decidir si hacerlo o no. Ahí empieza el Camino.

martes, 8 de febrero de 2011

Dímelo con cu….

-¿Estoy bueno?

-Sí

-¿Porqué lo sabes?

-Sé reconocer un buen bocado cuando lo veo.

-¿Me vas a comer?

-Puede…

-¿Y si no me dejo?

-…

-Es broma.

-Ya te vale…

-Jo… dime que me quieres…

-Te…

-¡Espera!

-¿Qué?

-Dímelo con cu…

-¿Eing?

-Que me lo digas con cu.

-¿Cómo te lo iba a decir si no?

-Pues con ca.

-Ah… comprendo…

-Dímelo con cu

-Te quiero.

-Ju…

Sweet little boy…

El despertar llegó suave como un susurro - al principio está esa sensación de no saber dónde te encuentras y qué está pasando a tu alrededuser25488_pic58219_1252878822or, entonces te ubicas y ves que todo sigue igual que anoche… y te acuerdas de tu solitario “anoche” –. La tristeza comenzó a escalar las patas de la cama y amenazó con severa mirada con saltar de nuevo y poseerme. La miré con preocupación - Jo, otra vez no – y sollocé. Los recuerdos volvieron a mi cabeza, pero esta vez cerré los ojos con tranquilidad… y evoqué tu sonrisa… tu dulce sonrisa (de niño chico)… tus ojillos inocentes (y la forma en la que me miran)… tu tacto(cariñoso y suave)… tu sabor (dulce y adictivo)… tu sinceridad…  y los malos recuerdos se disiparon en el horizonte.

Mientras el sol se colaba por mi ventana pude entrever a través del cristal que hacía un bonito día. Un día despejado. Deseé con todas mis fuerzas que la noche nunca volviese a llegar.

Y de repente me apetecía un gofre con nata. Y su consecuente sonrisa.

domingo, 6 de febrero de 2011

水 (すい)

Agua (水 en Japonés)

Representa el líquido, fluyendo, las cosas sin forma en el mundo. Fuera del ejemplo obvio de los ríos y de los similares, las plantas también se categorizan debajo sui, como se adaptan a su ambiente, creciendo y cambiando según la dirección del sol y de las estaciones que cambian.

La sangre y otros líquidos corporales se representan como agua, al igual que las tendencias mentales o emocionales hacia la adaptación y cambian.

El agua es el elemento del cambio. Simboliza la adaptabilidad y la fluidez, la propensión al cambio y capacidad de adaptación mediante la adopción de la forma del recipiente. Entender el agua como elemento es entender la esencia de la vida misma, que es cambio constante y constante fluir. Demasiada agua simboliza demasiado cambio e inestabilidad y desemboca en emociones descontroladas, y un medio que influye demasiado en el espíritu y lo moldea a su antojo. Es necesario reflexionar sobre esto y encontrar nuestro elemento Agua en su justa medida.

El Agua se adapta a cualquier situación y es motor de la vida, mas puede ser condicionada por su entorno.

miércoles, 2 de febrero de 2011