martes, 27 de abril de 2010

Soul



I

Cuando piensas que no sabes en qué pensar para no pensar más de lo que ya pensaste sobre lo que pensabas, porque te cansa, ¿en qué piensas? Lo mejor es no pensar... pero eso es difícil con una estaca en el corazón. ¿Porqué? Porque piensas en que estás sangrando. Y aunque el objetivo sea no pensar siempre terminas pensando en no pensar, que ya es pensar en algo y no en nada. ¿Para qué? Para que dejara de sangrar... aún así, ¿si no pensara dejaría de sangrar? Probablemente no, pero al menos dejaría de notarlo.

II

Cerrar los ojos, dormir... tal vez soñar. Soñar que estoy soñando, infinitas veces, de forma que nunca más tendría que despertarme si no me despierto antes esas miles de millones de veces en mis sueños. Y cada sueño sería distinto y a la vez diferente. Sería distinto porque no sería el mismo en el espacio (que no en el tiempo, ya que todos serian simultáneos y transcurrirían en el período de sueño), y serían diferentes entre sí porque su contenido así lo sería. Cerrar los ojos, dormir... tal vez soñar...

III

Un acorde, dos acordes, tres acordes, cuatro acordes. Do. Sol. La menor. Fa. En ese instante se rompe el silencio y se abre camino entre el vacío una canción que se desliza desde mis manos a mi garganta (aunque cantar de garganta sea malo) y vuela en forma de aire del color del arcoíris. Suavemente llena la habitación la magia de lo invisible pero que sí que está. Do. Sol. La menor. Fa. Ya no hay silencio. Hay magia. Una magia que cambia la atmósfera y te transporta a lomos de un, dos tres y cuatro acordes que forman una canción, que ocupando el silencio hacen que nazca la magia de lo invisible. Do. Sol. La menor. Fa... Fa menor... Sol... Do. Silencio.

IV

El agua rompe en las rocas con ligera picardía. Se oye bajito. Drop, drop, drop, y mi cabeza reposa sobre las rocas (las que aún están secas) y mis oídos escuchan el drop, drop, drop que sigue sonando... el agua cae una y otra vez con el drop, drop drop... entonces me pregunto... ¿caerá para siempre?... No. Solo mientras haya agua.

V

No... no, no, no... ya viene. Déjame. No... vete (aunque sé que no irá hasta el amanecer). La sombra se arrastra por el suelo y se acerca cada vez más. Me alcanza los pies. Sube por las rodillas... me atrapa. No... no, no, no... ya viene. Los pedacitos vuelven a juntarse y reaniman al ser de las sombras. ¿Qué me has hecho, desgraciado? Así no... no así. Las paredes están frías, la habitación vacía... no puedo dormir... no quiero soñar... Litio... litio... no quiero olvidar cómo se siente... No... no, no, no... déjame. Déjame en el suelo... en la oscuridad... aquí me conozco... libérame... hasta que deaparezca. Pero a pesar de todo te perdono. Litio.

VI

If I walk would you run? If I stop would you come? If I say you are the one, would you believe me? If I ask you to stay, would you show me the way?

VII

Siete. Como los Pecados Capitales: Soberbia. Avaricia. Lujuria. Ira. Gula. Envidia. Pereza. Siete. Como las siete Iglesias: Éfeso. Esmirna. Pérgamo. Tiatira. Sardes. Filadelfia. Laodicea. Siete. Como los sellos del apocalipsis: Caballo blanco. Caballo bermejo. Caballo negro. Caballo amarillo. Muertos vengativos. Gran terremoto, sol negro. Silencio en el cielo (siete ángeles, siete trompetas). Y el octavo ángel provocó truenos y temblores en la tierra.



martes, 13 de abril de 2010

When memories turn into... C o L o R s !



Aparté la vista de la pantalla casi con aburrimiento. Dios, me voy a pasar la tarde entera encerrado en casa... y aparte el tiempo está fatal, no apetece salir... Vuelvo a mirar hacia el ordenador. Abro una carpeta, cierro otra, respondo a quien me habla por el messenger... La habitación sigue en silencio. La residencia entera está en silenco. ¿Porqué no se pondrán a hacer el cafre hoy que me apetece? Desde el escritorio algo llama mi atención: una caja de colores de cera. Vaya... lo que me faltaba para seguir dandole vueltas al tema. Eran las ceras que compramos Miguel y yo en Halloween para pintarnos la cara cuando nos disfrazamos. Me siento tan emo. De forma distraída, extraigo el color negro (como no) de la caja y lo miro. Tiene forma de lápiz de ojo... Libero mi mente y recorro mis tardes adolescentes tirado en el río, rodeado de gente bebiendo cocacola (y lo que no era cocacola) y fumando cachimba (y lo que no era cachimba)... y me veo con mis ojos pintados de negro, mi flequillo castaño cayéndome sobre la cara, tumbado en lo alto de la plataforma contemplando la puesta de sol sobre el Guadalquivir... Paz y Angy un poco más arriba, abrazadas, se susurran algo con cariño... Los emo, góticos, punks y demás tribus urbanas del lado oscuro se amontonan a los pies de la plataforma... hay tanta tranquilidad aquí arriba... Empieza a levitar suavemente y mi entorno desaparece, dejando paso a mi habitación de la residencia en la que me encontraba, con el lápiz de color en la mano. Qué tiempos aquellos... pensé con nostalgia.


Me puse en pie y blandiendo la cera negra me dispuse a recordar esos tiempos. Me situé delante del espejo, me retiré el flequillo de la cara (joder, Álvaro, ya te toca lavarte el pelo), y comencé a pintarme la raya negra en los ojos. Movimiento tras movimiento evocaba la sensación que tenía antes de salir de casa aquellas interminables tardes de viernes y sábado... Listo, ya está. Vaya, hacía tiempo que no te veía así. Oye... ¿¿porqué no pruebas también con el rojo?? Fue casi pensarlo y hacerlo. Volví a recoger el otro color y me pinté bajo la raya negra otra roja. Ala, genial. Mmm... ¿¿y el morado?? Y repetí el proceso con el color morado. Después vino el azul... y el amarillo... y comencé a pintarme la cara entera con todos los colores de aquella caja. No podía dejar de pintarme y sonreir con cada nuevo trazo. Dios, ¡qué divertido! Me sentía como un niño pequeño que acababa de descubrir lo divertido que es colorear.


Terminé mi creación y la contemplé en el espejo. ¡Alaaaa! Entonces se me ocurrió otra idea. Y si... Me quité la camiseta y volví a coger los colores. ¡¡A dibujar!! Y de esa forma, trazo tras trazo, comencé a dibujar sobre mi torso desnudo cual bebé con una hoja de papel en blanco... espirales, notas musicales, una clave de sol, un corazón, mariposas.... ¡¡Ésto es geniaaaal!! Y mientras me miraba en el espejo... no podía dejar de reirme. Y ahora fotos... Saqué la cámara y después de colocarla en el trípode comencé a sacar fotos a mi obra de arte con todas las caras que se me ocurrieron.

* * *

Cuando terminé de sacar las fotos y de corregirlas y darles algún efectillo las subí a mi página de fotos. Me habían quedado tan bien.... Volví a sonreir pensando en lo bien que me lo había pasado yo solo con la caja de colores...

lunes, 12 de abril de 2010

Sort of... happy?


Hoy me he dado cuenta de que la felicidad puede partir de uno mismo si así lo desea. Y hoy me he propuesto ser feliz. Me he propuesto volver a disfrutar de todos los detalles sin dejar de asombrarme por lo más pequeño y lo más grande. Quiero prestarle atención a todas y cada una de las cosas que me rodean... quiero verlas, y olerlas, y saborearlas, y tocarlas, y oirlas... y volver a embelesarme con la canción del viento sobre las ramas de los árboles, a sonreir con el pequeño que sonríe con sus caramelos, a pensar que todo empieza constantemente y que cada segundo es una nueva oportunidad de volver a hacer las cosas bien... no sirve de nada vivir en constante pena por el pasado. Hay cosas que me encantaría gritar porque sigo llevándolas dentro, pero no puedo estancarme... aunque mi cabeza no quiera creer en nada más y prefiera esconder esos fragmentos de corazón sé que hay una parte de mí que se seguirá esforzando y pensando que ojalá todos los días hubiera un rubio rompiendo una pecera con unas pesas y estuvieras ahí para compartir el momento conmigo...

Perfection

Y en el dolor encontré la perfección.

domingo, 11 de abril de 2010

sábado, 10 de abril de 2010

Fall to Pieces


Tosí violentamente y la sangre me inundó la boca, dejándome un asqueroso sabor a hierro. Escupí. Las palabras "ojo por ojo y el mundo se quedará ciego" rebotaban en mi cabeza... me mareo. Apenas puedo respirar. No paraba de preguntarme porqué, aunque ya, realmente, poco importaba. De hecho, me daba igual el porqué. ¿No era suficiente humillarme, ignorarme e insultarme? ¿Tenías que rematarme una vez en el suelo? Volví a toser y una nueva ronda ferrosa golpeó mi paladar.


-Das pena.-


Oí el leve susurro en mi oído y un escalofrío me recorrió la espalda. Lentamente me dí la vuelta hasta ponerme boca arriba, mirando al cielo. Distinguí la esbelta silueta de Dorian enmarcada en un cielo repleto de estrellas dolorosamente hermoso. Apenas podía abrir los ojos.


-Sin ánimo de recrearme en tu situación espero que me concedas éste pequeño momento de placer. Te lo dije.


Alcé la vista y vi que su expresión era seria, pero en sus ojos eran un océano de compasión. Se acercó un poco más y me examinó con detenimiento. Sentí cómo se estremecía al pasar las vista por mi ojo amoratado, por el hilillo de sangre que todavía me colgaba de los labios, los cortes en las muñecas... y por el feo agujero que decoraba mi pecho. Allí donde una vez latió un corazón, había y un vacío frío y oscuro. Metió la mano y sacó uno de los fragmentos de cristal escarlata encarnados, y lo alzó para verlo mejor.


-Qué desastre...- murmuró para sí.


Depositó la pieza con sus compañeras y se desplazó como una sombra hasta que mi cabeza estuvo sobre sus rodillas. Limpió parte de la sangre que difuminaban mis facciones y me observaba, aún con el semblante serio. Mientras me acariciaba el pelo de forma distraída sentí su voz en mi cabeza.


Se acabó, mi amor. No debiste encerrarme anoche, pero no te culpo por ello. Sé que el cristal brillaba como nunca lo había hecho antes, y entiendo que quisieras que volviera a hacerlo, pero ya no está. Lo ha roto. Respira. Tranquilízate. Estoy aquí, todo va a salir bien.


Esas últimas siete palabras me hiceron llorar otra vez... creo que habría dado mi vida por que se hubiera acercado alguna vez y abrazándome me hubiera dicho que estaba ahí y que todo iba a salir bien. Pero nunca lo había hecho.


No sois iguales. Te has rebajado tanto que ya no sabes ni quién eres. Pero ya ha pasado todo... shhhh... deja de llorar. Tranquilo. A partir de ahora voy a estar contigo. Y para siempre.


Para siempre... sí... parecía que iba a ser para siempre... pero no. No fue para siempre.


Se acabó el aguantar a toda esa gente con la que se junta... todas sus críticas y desprecios... seguro que es tan cobarde que no será capaz de decir que te lo hizo por despecho. Así no se actúa... ey... ey, pequeño, no llores más, que estoy aquí. Si en el fondo sigues siendo un crío...


Una clandestina brisa primaveral meció el pelo que le caía por la cara. Dejó de acariciarme el pelo y se metió la mano en el bolsillo. Lentamente sacó un objeto y lo observó con detenimiento. El pentáculo de plata. El símbolo de la unión.


-Ahora yo te guardaré ésto...- dijo.


Introdujo con suavidad su mano libre en las vacío de mi pecho y comenzó a sacar las piezas rotas una a una y a guardarlas en el colgante de plata. Cuando hubo terminado lo hizo desaparecer.


Ya está a salvo, pero no vas a volver a usarlo hasta que yo lo considere oportuno.


Volvió a depositar mi cabeza sobre el suelo y me ayudó a levantarme. Con un movimiento elegante, se quitó la camiseta y me vendó el pecho. Me cargó a su espalda sin esfuerzo e hizo algo que yo había olvidado por completo: desplegó sus majestuosas alas negras y me llevó hacia las estrellas.


* * *


Me hubiera gustado dejarte tantas cosas por escrito... pero resulta que en ese pentáculo iban mis sueños y esperanzas, mis creencias en que todo terminaría saliendo bien... sigo sin entender el porqué... tenía tantas cosas que darte... tanto que compartir contigo... estaba dispuesto a cualquier cosa con tal de hacerte sonreir. Ahora, desde las estrellas, veo que de nada sirve lamentarse... ya que él está conmigo... y ahora todo va a salir bien. Aunque siempre queden las cicatrices. Adiós.