miércoles, 24 de noviembre de 2010

Doko ni iruka, oji-sama?

KagamineLen19El suave llanto del piano se deslizaba por la pared y se colaba en mis aposentos precipitándose desde el alféizar de la ventana, para comenzar a desplazarse por el suelo y llegar a las patas de mi cama. Suave, muy suavemente, la melodía trepó por las sábanas, bajo las cuales me creía seguro de un dolor que inútilmente evitaba… ya que venía de dentro. Lo sentía tan profundo, tan inevitablemente real… Suena una campana… y entonces, como por arte de magia (palabra de la que vagamente recordaba el significado), la dulce y triste voz de aquel chico fue atravesando casi con cariño cada uno de los acordes del piano que yacían conmigo escondidos bajo las sábanas…Tan dulce, tan triste, tan… reconfortante… irresistible…

Poco a poco la canción me fue atrapando hasta que caí en un profundo sueño, preso de un hechizo tan encantador que llegué a desear no despertar nunca. Entonces… mientras seguía buceando en aquel océano de melodía nostálgica, el chico me susurró al oído e imaginé notar su aliento tan cerca que llegué a creer que de verdad estaba allí conmigo, y… entre la niebla de mi inconsciente la imagen de su largo pelo rubio cayéndole sobre unos ojos que desafiaban el azul más profundo del mar y más eterno que el cielo fue tomando forma… Mukashi mukashi, aru tokoro ni, futago wa umaremashita. Sono futago no ane wa wagamama na ojou ni narimashita. Soshite, otouto wa, aku no meshitsukai deshita… y luego siguió cantando a medida que poco a poco perdía la noción del tiempo y del espacio mientras me abandonaba al abismo de su voz… tan dulce… tan triste… tan…

gomen nasai, oji-sama

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