Se retuerce, ruje e intenta arañar. Tensiona los brazos y vuelve a estirar las cadenas intentando romperlas. Me tapo los oídos para no escucharle y empieza a gritar más fuerte, y a zarandear violentamente las cadenas que le mantienen prisionero…
-No lo aguanto, Dorian.
-Libéralo…
-No puedo…
-Tienes que hacerlo
-No…
Cierro los ojos y me tapo con más fuerza los oídos. Me va a reventar la cabeza. Mientras tanto, la bestia sigue luchando por liberarse.
-Déjala que huya. Así no tendrás que tenerla en el castillo.
-No puedo dejar que se vaya.
-Sabías lo que había cuando decidiste adoptarla.
-Fui un inconsciente
Me mira de forma significativa y sonríe. Sé lo que piensa. No hace falta que me diga que no fue inconsciente. Decidí salvarlo cuando aún era un cachorro… parecía tan inofensivo. Pero ahora… ahora es diferente. Ahora ha crecido, y cada día crece más y más y a medida que pasa el tiempo su fuerza se hace mayor. No es suficiente dejarlo en las mazmorras, pues sus alaridos resuenan en la mayor parte del castillo. Se oyen al dormir, al comer, al leer… sólo me libro de ellos cuando salgo de mi fortaleza.
-Si no lo liberas se va a terminar soltando… y va a ser mucho peor.
-Lo sé.