martes, 27 de septiembre de 2011

Arkhé (ἀρχή)

Con el transcurrir de los acontecimientos que transforman constantemente tu contexto, vas cayendo en la cuenta de cuánta razón tenía Heráclito el Oscuro al aseverar que no puedes bañarte dos veces en el mismo río, que todo fluye, que todo cambia. El arkhé es el fuego, siempre en movimiento.

Una de las conclusiones más lógicas. o al menos más razonables, desde una perspectiva de supervivencia, es que tienes que fluir y adaptarte para seguir el curso de ese río: tienes que cambiar con las corrientes, esquivar las posibles rocas que te puedan bloquear el camino. Tienes que cambiar con tu cambiante entorno o perecer anclado en un pasado que Dios sabe si existió, que ahora no existe y que jamás existirá de nuevo.

¿Porqué planteo ésta reflexión? (se preguntarán algunos). Porque (ay de mi, pobre ingenuo) acabo de caer en la cuenta de que, en un mundo en el que todo cambia y nada es estable, ni eterno, no tiene cabida un principio tan elemental como el alma. Ni el amor. Ni la amistad.

Por eso decidí salirme del río y contemplar (theoréticamente) desde una posición estática en su dinamismo (ojo con el concepto) y personal el eterno devenir de la vida, compartiendo la orilla del río con aquellos que, al igual que yo, prefieren seguir creyendo que el incesante fluir de la vida no implica necesariamente “dejarse llevar por la corriente”. Y por eso ahora aquellos que siguieron río abajo, se pierden en el horizonte de mi conciencia, lenta, pero inexorablemente.

De esta forma, aquellos que viven “fuera del río” tienen tan sólo dos caminos: vivir como bestias, o vivir como dioses.

D.

lunes, 26 de septiembre de 2011

Hagakure Sunset

“A usted le toca elegir: la filosofía más elevada, o una simple escuela de magia.”

La tarde estaba siendo apacible y tranquila. La sombra de los árboles se intercalaba con los últimos destellos del Gran Astro formando un curioso contraste entre la luz y la sombra. Las hojas crujían bajo mis sandalias y apenas se oía el canto de las aves, que mantenían el bosque en un silencio casi místico; toda la escena invitaba a la introspección. Tras sentarme recostado levemente sobre uno de los troncos, y depositar mi espada sobre el lecho de hojas, me concentré en mi entorno. Volqué mis pensamientos en aquél curioso contraste de luz y sombra que producía aquél apacible atardecer y reflexioné sobre la dualidad, el poder y la responsabilidad. En las profundidades de mi mente algo comenzó a despertarse y comencé a sumergirme más y más hasta alcanzar la sensación de vértigo. Al abrir los ojos vi enfrente de mi a un gurú dando clase a un grupo de jóvenes discípulos. La clase transcurría sin tensión ni aburrimiento; él explicaba, ellos escuchaban con atención. Parecían no verme, así que permanecí espectador de la escena, silencioso y atento. En un determinado momento, los discípulos le pidieron que les revelara el sagrado «mantra» por el que los muertos pueden ser devueltos a la vida.


«¿Y qué pensáis hacer con una cosa tan peligrosa?», les preguntó el gurú.


«Nada. Sólo es para robustecer nuestra fe», le respondieron.


«El conocimiento prematuro es peligroso, hijos míos», dijo el anciano.


«¿Y cuándo es prematuro el conocimiento?», preguntaron ellos.


«Cuando le proporciona poder a alguien que aún no posee la sabiduría que debe acompañar al uso de tal poder»


Los discípulos, no obstante, insistieron. De modo que el santo varón, muy a su pesar, les susurró al oído el «mantra» sagrado, suplicándoles repetidas veces que lo emplearan con suma discreción. En ese momento la escena se distorsionó y volví a elevarme con aquella sensación de vértigo, tan familiar. Ahora veía a los jóvenes paseando por un lugar desierto, y vi que tropezaron con un montón de huesos calcinados. Con la frivolidad con que suele comportarse la gente cuando va en grupo, decidieron poner a prueba el «mantra» que sólo debía ser empleado previa una prolongada reflexión, como había indicado el gurú.


Y en cuanto hubieron pronunciado las palabras mágicas, los huesos se cubrieron de carne y se transformaron en voraces lobos que les atacaron y les hicieron pedazos. La escena se desvaneció entre colmillos centelleantes y alaridos de terror. Para cuando me di cuenta, estaba de vuelta en el bosque, con sus luces y sus sombras y la paz que lo caracteriza.

Dándome por satisfecho en mi respuesta, recogí mi espada y proseguí mi paseo; al poco tiempo, alcancé el límite del bosque cantando una melodía que sólo los árboles y el viento podían entender.

D.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

E-motion

Las emociones son fenómenos psicofisiológicos que representan modos de adaptación a ciertos estímulos ambientales o de uno mismo.

Psicológicamente, las emociones alteran la atención, hacen subir de rango ciertas conductas guía de respuestas del individuo y activan redes asociativas relevantes en la memoria.

Fisiológicamente, las emociones organizan rápidamente las respuestas de distintos sistemas biológicos, incluidas las expresiones faciales, los músculos, la voz, la actividad del SNA y la del sistema endocrino, a fin de establecer un medio interno óptimo para el comportamiento más efectivo.

Conductualmente, las emociones sirven para establecer nuestra posición con respecto a nuestro entorno, y nos impulsan hacia ciertas personas, objetos, acciones, ideas y nos alejan de otros. Las emociones actúan también como depósito de influencias innatas y aprendidas, y poseen ciertas características invariables y otras que muestran cierta variación entre individuos, grupos y culturas.

*  *  *

Porque nunca controlamos los límites de nuestro psique, nuestras respuestas fisiológicas ni nuestra conducta, ha de haber otro que nos controle. Si no, ¿qué responsabilidad, real y justa,  tendríamos sobre las consecuencias de nuestras emociones? ¿Acaso pecaríamos por existir? ¿por vivir? ¿por sentir? Las emociones atraen y repelen, se organizan, nos alteran la percepción y la concentración… ¿no sería mejor llevar un bozal? Claro que también podemos reprogramarnos… Y éste es el panorama de los durmientes, que inconscientes sienten en el mundo fenoménico y su ciego positivismo les hace hasta dudar que tienen una mente, que no sabrían si situar en su cabeza o en su corazón (cuando, en realidad, está en el ombligo).

Pero ¿qué ocurre cuando aquel otro que nos controla es uno mismo? ¿Hacia dónde, pues, habría de conducir ese otro sus sentimientos? Cuando el mundo queda bajo sus pies y no atiende a razón más elevada que la Verdad, cuando la diversidad se convierte en Unidad y las leyes en Ley, allí donde lo muerto no puede aplicar su ley sobre lo Vivo… allí donde lo racional y lo irracional coinciden bailando sobre el filo de la navaja y sus caminantes se visten del níveo color de la rosa que nunca llegó a formar parte del Sacro Oficio… ¿Podrá un grito de angustia deslizar consuelo en su alma?

Y así, una parte de sus emociones seguían siendo el primum mobile que blandía su espada. Quizá por eso el Lado Oscuro decidía acompañarle cada noche desde aquella luna que se perdió a sí misma en su reflejo, por falta de luz propia.

D.

lunes, 19 de septiembre de 2011

Philosophy

El mundo y Dios; dios y el Mundo. Los dioses de aquí; y Aquellos de allá. La vida y la Muerte; Vivir y morir. El motivo de la existencia y la búsqueda del Camino propio más allá de la mera, aunque frecuente, opinión… ¿porqué Filosofía?

Los Misterios, de toda índole, son una fuente inagotable de Sabiduría incapaz de satisfacer a los más ávidos bebedores del Conocimiento, si esa avidez no es controlada… aquellos que buscan fracasan por varios motivos, como bien todos sabemos: cuando el Sembrador se acerca, parte de la semilla cae el borde del Camino, y nunca llega a crecer; parte en las piedras y no crece por falta de raíces; parte en zarzas que terminan ahogando el crecimiento de la cosecha; parte en tierra buena y fecunda, y crece alta y vigorosa.

En el comienzo de los Tiempos sólo los más aventurados eran dignos de conocer estos Secretos, tan bien guardados por los Hierofantes y sus discípulos bajo la supervisión de los imponentes hermanos bastardos  y amantes, guardianes del Nilo. ¿Porqué habría de ser diferente hoy en día? El Conocimiento, y su correspondiente aplicación, no te hace rico: te hace libre.

Ergo, no es para aquellos que no quieren oír. Y, lo reconozco, la vida ignorante es la única “buena vida”. El problema está en que aquello que te encuentras al echar un vistazo es de una belleza tan sublimemente cegadora que sólo los ojos preparados para verlo no se quedan ciegos.

Filosofía es pasión por conocerlo todo, hablarlo todo, entenderlo todo, vivirlo todo y al máximo, y también al mínimo; la búsqueda incesante del Porqué de los porqués, de la Razón última y primera, y de la intermedia, pensamientos que elevan el espíritu y sentimientos que quitan el aliento por su vivacidad y colores… el hecho de inspirar y espirar se convierte en la más fascinante de las experiencias si tu mente es capaz de seguirlos sin perder un solo instante… elevarse y caer, suspenderse en el aire por un momento… vivir entre un cruce incesante de espadas, dominar los elementos y por encima de todo conocerse uno mismo… incluso releer este párrafo sin respirar e intentar absorber su esencia es, también, Filosofía.

Hombre, conócete a ti mismo y conocerás el Mundo y a los dioses.

D.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Moonlight

La noche del alma era como llamaban a ese sentimiento. Para alguien no acostumbrado a reflexionar le resultaría un estado meramente transitorio en el incesante giro de la rueda de la vida en la que viaja, que le causa cierta incomodidad y malestar, y quizá algo de indisposición.  “Un mal día”, digamos. Otros, quizá sí más dados a pensar sobre sí mismos y el mundo, entenderán la esencia de esa mágica noche y se sentirán abrumados por el aullido de los perros a la luna llena, tendrán la sensación de andar hacia atrás y la tentación se presentará en forma de agradable, aunque ilusorio, refugio hacia el que escapar de su Yo más interno.

La magia de la noche de la luna llena, pues, residía en su capacidad para estancarnos. Tenuemente visualizamos el Camino… sabemos que está ahí… pero el miedo y el cansancio amenazan nuestra determinación y la roen como un ácido al abrazar un metal. Está, sí, y sabemos hacia dónde continua, pero parece que aquél que realmente complace nuestros deseos más masoquistas es el sádico que llevamos dentro; y es en ese momento cumbre cuando ambos se complementan bajo una luna que nunca jamás brillará con su propia luz.

El guerrero alza su espada y presenta sus plegarias al astro de plata mientras pronuncia en voz baja una plegaria con el corazón, una plegaria que reza día tras día para que su arma, parte de su cuerpo y prolongación de su esencia pueda mutilar los demonios a modo de entrenamiento para, un glorioso día, derrotar al mismísimo Diablo y, por ende, a Dios.

D.

martes, 13 de septiembre de 2011

The Hanged Man

Donde el camino es más duro, allí debes ir, y lo que el mundo desecha, recógelo. Lo que el mundo hace, no lo hagas; en todas las cosas camina en dirección contraria al mundo. Así te aproximarás a lo que estás buscando.

D.

From me to me. From me to you.

“Wait. How long would you wait?”

¿Martes trece? ¿En serio?

Fascinante; ¿porqué no te acercas un poco más y me lo dices al oído? O mejor… ¿porqué no se lo susurras a mi alma? Creo que estoy empezando a caer en la cuenta de que está más despierta que mi cuerpo.

Ah, no. Perdona.

Se me olvidó que no sabes hablar de alma a alma.

¿Que te gustaría aprender?

Tendría que pensármelo…

Al fin y al cabo…

¿Qué?

¿Seguro?

¿Y qué estarías dispuesto a dar?

D.

Watashi siente que…

“Cause I’m for real, are you for real? I can’t help myself, is the way I feel. When you look me in the eyes like you did last night, I can’t stand to hear you saying goodbye.”

Alguien me dijo una vez que no podemos evitar sentir. Al menos no los que estamos aquí, más abajo. Aquello que podemos controlar es qué hacer con lo que sentimos. Entonces, naturalmente, ejercitamos un control que en última instancia tiene la finalidad de atar o liberar esa energía que con el sentir generamos. 

Decimos que los sentimientos duelen, que nos hacen sufrir pero, ¿cuántos de nosotros seríamos capaces de prescindir de ellos si se nos diera la opción? Y aún así no son ni la mitad de banales y superfluos de lo que imaginamos.

¿Cómo actuarías si supieras que aquellos que están a tu alrededor supieran exactamente lo que piensas y sientes? ¿Te avergonzarías? ¿Te sentirías incómodo?

Algo me dice que tengo que dejar de recrearme en este texto, porque tiene pinta de ir a más.

Uhm… siento la falta de claridad; necesitaba escribirlo y ahora ha quedado incompleto (I can’t help myself, is the way I feel). Supongo que cumplirá su función para conmigo, igualmente y, quizá, para con los demás. Y supongo que en esto consiste el control. Ñá.

D.