Las emociones son fenómenos psicofisiológicos que representan modos de adaptación a ciertos estímulos ambientales o de uno mismo.
Psicológicamente, las emociones alteran la atención, hacen subir de rango ciertas conductas guía de respuestas del individuo y activan redes asociativas relevantes en la memoria.
Fisiológicamente, las emociones organizan rápidamente las respuestas de distintos sistemas biológicos, incluidas las expresiones faciales, los músculos, la voz, la actividad del SNA y la del sistema endocrino, a fin de establecer un medio interno óptimo para el comportamiento más efectivo.
Conductualmente, las emociones sirven para establecer nuestra posición con respecto a nuestro entorno, y nos impulsan hacia ciertas personas, objetos, acciones, ideas y nos alejan de otros. Las emociones actúan también como depósito de influencias innatas y aprendidas, y poseen ciertas características invariables y otras que muestran cierta variación entre individuos, grupos y culturas.
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Porque nunca controlamos los límites de nuestro psique, nuestras respuestas fisiológicas ni nuestra conducta, ha de haber otro que nos controle. Si no, ¿qué responsabilidad, real y justa, tendríamos sobre las consecuencias de nuestras emociones? ¿Acaso pecaríamos por existir? ¿por vivir? ¿por sentir? Las emociones atraen y repelen, se organizan, nos alteran la percepción y la concentración… ¿no sería mejor llevar un bozal? Claro que también podemos reprogramarnos… Y éste es el panorama de los durmientes, que inconscientes sienten en el mundo fenoménico y su ciego positivismo les hace hasta dudar que tienen una mente, que no sabrían si situar en su cabeza o en su corazón (cuando, en realidad, está en el ombligo).
Pero ¿qué ocurre cuando aquel otro que nos controla es uno mismo? ¿Hacia dónde, pues, habría de conducir ese otro sus sentimientos? Cuando el mundo queda bajo sus pies y no atiende a razón más elevada que la Verdad, cuando la diversidad se convierte en Unidad y las leyes en Ley, allí donde lo muerto no puede aplicar su ley sobre lo Vivo… allí donde lo racional y lo irracional coinciden bailando sobre el filo de la navaja y sus caminantes se visten del níveo color de la rosa que nunca llegó a formar parte del Sacro Oficio… ¿Podrá un grito de angustia deslizar consuelo en su alma?
Y así, una parte de sus emociones seguían siendo el primum mobile que blandía su espada. Quizá por eso el Lado Oscuro decidía acompañarle cada noche desde aquella luna que se perdió a sí misma en su reflejo, por falta de luz propia.
D.
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