“I set fire to the rain, and I threw us into the flames. When we fell, something died, cause I knew that that was the last time, the last time…”
Y era la sensación de que, a pesar de estar bajo una de las lluvias más bonitas que mi alma pudiera contemplar a través de sus cinco ventanas, no había nada más allá de ese vacío que nacía en alguna parte de mi mismo y que desde hacía algún tiempo me acompañaba; esa sensación se extendía por toda la procesión. Por un momento me extrañé de la situación, y mi mente se alejó de la escena. ¿Porqué había personas llorando? ¿Hacia dónde van?…
El clima era frío, y el ambiente era gris y triste. El atípico desfile parecía ir acompañado de una voz invisible que cantaba un requiem entre los invitados al mismo. Éste se filtraba entre lamentos y se ensalzaba con los llantos y las plegarias, y se alzaba en aquél cielo poblado de nubes negras, que también lloraba. Un ataúd presidía la escena. Mi ensoñación se vio turbada por una oleada de familiaridad, y un húmedo escalofrío me recorrió la espalda. El vacío se manifestaba en mi rostro y comencé a tener la incomodidad de sentirme demasiado rodeado de personas, que, por otra parte, parecían esperar alguna reacción por mi parte. Me comencé a agobiar, y se mezcló con el vacío. Mis ojos se perdieron en el infinito y el ataúd pasó a formar parte de mi único y personal cosmos. Alrededor no había más procesión y sólo los elementales del agua de la lluvia, la tierra húmeda bajo mis botas, el viento que ondeaba mi despeinado cabello, y el fuego de las antorchas acompañaban ese momento de eternidad, como los únicos lo bastante impersonales como para perdonarles que no comprendieran un ápice de lo que yo estaba viviendo…
Y no fueron mis ojos los que lloraron. Fue mi alma la que, con un desgarrador lamento, puso fin a mi tortura e incendió la lluvia a mi alrededor hasta su mismísima génesis y, durante un solo instante en aquél tardío atardecer, el cielo se tiñó del color de la sangre, una sangre que emanaba de un hueco donde, tiempo ha, estuvo algo que llaman corazón.
D.
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