viernes, 22 de julio de 2011

¿Cansado de pensar?

¿Qué responder esa pregunta? ¿Cómo se puede estar cansado de pensar? Analicemos…

El pensamiento es a la mente como el aire a los pulmones (la magia reside en ser capaz de controlarlos). Son su producto, efecto de la causa de su existencia, efecto a su vez de la existencia de la Conciencia. Y hasta aquí voy a leer. No podemos “no pensar” (en principio), pero sí podemos “controlar lo que pensamos”. Es frecuente que éste ejercicio sea difícil para alguien no acostumbrado a “pensar” de forma consciente y controlada. Pero vamos a la raíz de la cuestión y a su consecuente respuesta, lo que implica abandonar el vasto campo de la metafísica.

Puedo “cansarme” (en el sentido físico) de pensar, ya que, como actividad del cuerpo Humano, desgasta y consume energía. Ésta parte se arregla durmiendo. Como duermo, no me cansa pensar mucho más que entrenarme físicamente, comer, andar o cualquier otra actividad cotidiana.

Si la pregunta se refiere a si me cansa escribir, no; no me cansa. La escritura es un vehículo de expresión de mi conciencia, un medio de plasmar mis reflexiones y compartirlas con quien quiera y pueda leerla. Si me cansara escribir no creo que tuviera utilidad mi blog. Es como preguntarle a un músico si le cansa tocar su instrumento.

Si, por otra parte, la pregunta va dirigida a si me “cansa la reflexión constante”, la respuesta, necesariamente, vuelve a ser “no”. El ser Humano vive dormido por la embriaguez de los sentidos. El mundo que creemos “real” no es sino una interpretación subjetiva de nuestra mente de aquello que nos rodea. Y necesito, constantemente, la reflexión de “quién soy”, “porqué soy” y, sobretodo, “para qué soy”. No puedo limitarme a “pensarlo un rato” y volver a lo “cotidiano” porque son respuestas que, debido a su trascendentalidad, no puedo obviar. No puedo hacer lo que vulgarmente se considera como “vivir” y “disfrutar” sin saber ni tan siquiera porqué existo; no me vale el “bueno, ya que estamos aquí, a disfrutar” y “a vivir”. Créeme, ni tan siquiera entendemos una millonésima parte de qué consideramos vivir.

No soy agnóstico porque considero que aquél que piensa que no podemos llegar a la Verdad, peca de pereza y carece del valor y la constancia de  buscarla. No soy místico ni ascético porque considero que si la Verdad está en alguna parte, está entre todos nosotros y por eso necesito del mundo de los “vivos” para buscar. No soy creyente de ninguna religión, porque no me puedo limitar a estudiar y memorizar un dogma que aplicar a mi vida diaria: necesito de la experiencia científica y una férrea Fe como aire y agua para mi existencia. Y, por encima de todo, no soy perfecto, pero si no tendemos a esa perfección nunca saldremos de esa mediocridad tan generalizada.

Obviamente, es mi opinión; puedes entenderla, o no, compartirla o rechazarla.

En cualquier caso, creo que la respuesta, simplemente, es “no, no me cansa pensar”.

Ad infinitum.

D.

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