miércoles, 6 de abril de 2011

Cantarella

“Staring at each other…That gaze… In a closed off world… Even if you pretend not to notice, my intoxication might be sensed… Hide this burning heart and become closer… If you felt my deep breaths you might have quite a shock… As with any common romance, right now, I'll make sure you fall for it…”

La noche transcurría tan tranquila como cualquier otra. La dulce brisa nocturna era cálida como un abrazo; a lo lejos asomaban las puertas del estío que aun en la distancia daba pinceladas de su recurrente sonata de tibio calor nocturno. Y así, nadando en una nostálgica partitura que sonaba a lo lejos, los recuerdos hicieron su eco en mi cabeza en señal de retorno de un largo letargo…

Apenas duró un instante y de repente ya no estaba en Madrid… y la sensación volvió a ser… verde… el corazón me dio un vuelco al reconocerla. Aun entre libros que nos escudaban de quienes pudieran irrumpir en nuestro efímero y mágico reino, podía volver a oír una risa amortiguada (como de quien no quiere molestar), dos miradas que buscan la diversión en la sonrisa del otro, una canción de las que te hacen volar de ventana en ventana (como Peter Pan)… un abismo entre dos almas que condena a nunca olvidar que, a pesar de la cercanía de las dos sonrisas, nunca llegarían a rozarse. Un huequecito en un corazón que se jura a si mismo que nunca volverá a olvidar de dónde viene.

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