I
Cuando piensas que no sabes en qué pensar para no pensar más de lo que ya pensaste sobre lo que pensabas, porque te cansa, ¿en qué piensas? Lo mejor es no pensar... pero eso es difícil con una estaca en el corazón. ¿Porqué? Porque piensas en que estás sangrando. Y aunque el objetivo sea no pensar siempre terminas pensando en no pensar, que ya es pensar en algo y no en nada. ¿Para qué? Para que dejara de sangrar... aún así, ¿si no pensara dejaría de sangrar? Probablemente no, pero al menos dejaría de notarlo.
II
Cerrar los ojos, dormir... tal vez soñar. Soñar que estoy soñando, infinitas veces, de forma que nunca más tendría que despertarme si no me despierto antes esas miles de millones de veces en mis sueños. Y cada sueño sería distinto y a la vez diferente. Sería distinto porque no sería el mismo en el espacio (que no en el tiempo, ya que todos serian simultáneos y transcurrirían en el período de sueño), y serían diferentes entre sí porque su contenido así lo sería. Cerrar los ojos, dormir... tal vez soñar...
III
Un acorde, dos acordes, tres acordes, cuatro acordes. Do. Sol. La menor. Fa. En ese instante se rompe el silencio y se abre camino entre el vacío una canción que se desliza desde mis manos a mi garganta (aunque cantar de garganta sea malo) y vuela en forma de aire del color del arcoíris. Suavemente llena la habitación la magia de lo invisible pero que sí que está. Do. Sol. La menor. Fa. Ya no hay silencio. Hay magia. Una magia que cambia la atmósfera y te transporta a lomos de un, dos tres y cuatro acordes que forman una canción, que ocupando el silencio hacen que nazca la magia de lo invisible. Do. Sol. La menor. Fa... Fa menor... Sol... Do. Silencio.
IV
El agua rompe en las rocas con ligera picardía. Se oye bajito. Drop, drop, drop, y mi cabeza reposa sobre las rocas (las que aún están secas) y mis oídos escuchan el drop, drop, drop que sigue sonando... el agua cae una y otra vez con el drop, drop drop... entonces me pregunto... ¿caerá para siempre?... No. Solo mientras haya agua.
V
No... no, no, no... ya viene. Déjame. No... vete (aunque sé que no irá hasta el amanecer). La sombra se arrastra por el suelo y se acerca cada vez más. Me alcanza los pies. Sube por las rodillas... me atrapa. No... no, no, no... ya viene. Los pedacitos vuelven a juntarse y reaniman al ser de las sombras. ¿Qué me has hecho, desgraciado? Así no... no así. Las paredes están frías, la habitación vacía... no puedo dormir... no quiero soñar... Litio... litio... no quiero olvidar cómo se siente... No... no, no, no... déjame. Déjame en el suelo... en la oscuridad... aquí me conozco... libérame... hasta que deaparezca. Pero a pesar de todo te perdono. Litio.
VI
If I walk would you run? If I stop would you come? If I say you are the one, would you believe me? If I ask you to stay, would you show me the way?
VII
Siete. Como los Pecados Capitales: Soberbia. Avaricia. Lujuria. Ira. Gula. Envidia. Pereza. Siete. Como las siete Iglesias: Éfeso. Esmirna. Pérgamo. Tiatira. Sardes. Filadelfia. Laodicea. Siete. Como los sellos del apocalipsis: Caballo blanco. Caballo bermejo. Caballo negro. Caballo amarillo. Muertos vengativos. Gran terremoto, sol negro. Silencio en el cielo (siete ángeles, siete trompetas). Y el octavo ángel provocó truenos y temblores en la tierra.