Siempre pensé que nunca es demasiado tarde para retirarse, pero es quizá ese sentimiento de masoquismo autoimpuesto aquello que me impide abandonar una perspectiva victimista que me hace depender en exceso de mis propias creaciones mentales. Éstas, por otra parte, no son más que humo en un mundo con mentalidad de borrego, incapaz de reconocer algo más que lo que se van a poner a diario. Pero, claro, siempre generalizando. No todos piensan en su ropa, ¿verdad? Aún así ese no es el enfoque de este texto.
Quizá es por que me siento solo en mi separatividad que me encuentro a mi mismo incapaz de resolver de forma favorable los conflictos de mi mente y mis emociones, o quizá simplemente nunca fui tan avispado como se esperó. Quizá simplemente mi sendero transcurre por aquí, o yo quise que transcurriese por aquí. ¿A qué habría de dedicarse alguien con vocación contemplativa en un mundo en el que eso no existe? Eso sí, lógicamente demostrado queda que los Vampiros tampoco.
Los largos paseos por el cementerio de París se reiteran en un día a día plagado de muertos vivientes que tienden a sonreírme reconociéndome como uno de los suyos.
Muerdo luego existo. Rawr.
D.
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