sábado, 20 de marzo de 2010

No feelings, please


Me acerqué al lugar sin saber porqué. Quizá era el propio morbo de ver cómo otros lo pasaban mal… quizá quería afianzar lo que tenía para valorarlo un poquito más. En mi iPod seguía sonando la melodía que tanto me hacía pensar en ti… “I don’t wanna talk about it, cos I’m in love with you…”. De hecho creo que todas las canciones de Avril Lavigne me hacen pensar en ti.
El caso es que mientras llegaba al viejo caserón gris vi cómo un chico salía en bici con una extraña sonrisa y un brillo en los ojos empapados en lágrimas. Pasó como un rayo a mi lado y se perdió en el horizonte.


-Otro que se va pensando en la felicidad- se mofó Dorian.

-No seas tan duro, todavía le queda por conocer… ahora viene lo mejor.- Le dije.

-Y tanto…- rió y luego permaneció en silencio.


Un largo silencio. Sí… lo cierto es que una vez fui como él. Una vez entré y salí de aquel viejo caserón gris que se alzaba sobre la colina. Aún recuerdo aquella fría e inexpresiva mirada… aún recuerdo las palabras: “como ya sabe, en nuestra casa están prohibidos los sentimientos. Por lo que deberá dejarlos ahí”, mientras señalaba el paragüero.


Sacudí la cabeza mientras una fría ráfaga de viento me devolvía a la realidad. Creo que es hora de irse.


-Mira, ahí va otro…-señaló Dorian con una sonrisa fría.


-Ahí va.- respondí con un destello de melancolía en los ojos.- Pero tenemos que dejar éste lugar ya. Hay que encontrar a Dante…- le dije mientras echaba a andar.


-Dante…- murmuró Dorian.


Mientras me alejaba imaginaba cómo aquella pobre alma dejaba sus ojos y sus labios en el paragüero.

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